El problema de sólo invertir en ladrillo

En este artículo vamos a comentar algunos de los principales riesgos inmobiliarios que afectan a los hogares españoles. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, nos encontramos en el período de crecimiento más largo de la economía de EEUU desde 1949. 41 trimestres consecutivos en fase de expansión, un período en el que el S&P 500 se ha revalorizado más de un 500% y que desde que en 2013 recuperase los valores previos a la crisis no ha parado de subir.

A pesar de esta década de expansión y crecimiento de los mercados de capitales, este aumento de la riqueza no se ha distribuido de manera uniforme. La diferencia entre los más ricos y el resto de los ciudadanos ha aumentado considerablemente, como podemos ver en el siguiente gráfico.

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En EEUU el 1% de la población más rica acumula el 32% de la riqueza, un porcentaje que ha ido aumentado considerablemente en los últimos años. Por el contrario, el 50% de la población más pobre sólo acumula el 2% de dicha riqueza, una desigualdad evidente.

En el caso de España la desigualdad no llega a esos niveles, pero va en aumento. En el año 2017, el 1% de la población más rica acumulaba más del 25% de la riqueza.

Distribución del patrimonio de las familias

Sin embargo, las grandes diferencias entre las personas más ricas y el resto de la gente se ve en la distribución del patrimonio. Mientras que los grandes patrimonios poseen la mayor parte de su patrimonio invertido en activos financieros, los hogares tienen su patrimonio invertido básicamente en la vivienda y en depósitos. En algunos casos únicamente en la vivienda.

Según la Encuesta Financiera de las Familias (EFF) realizada por el Banco de España, en 2014 sólo el 9,5% de los hogares españoles poseía algún tipo de activo financiero, mientras que más del 80% disponía de una vivienda en propiedad. Veamos algunas de las consecuencias que esto supone.

Los principales riesgos inmobiliarios

La mayoría de la gente considera que comprar una casa es la mejor inversión que va a realizar en su vida. Bueno, evidentemente esto dependerá de la ciudad (y barrio), del momento de la compra y el nivel de endeudamiento.

Por lo general, comprar de una vivienda supone adquirir una deuda (hipoteca). A cierre de 2019 las familias españolas acumulaban una deuda hipotecaria de 518.272 millones de euros (casi nada) y la misma cada vez se reduce a un ritmo más lento.

Lo que no se suele comentar es que comprar una casa también es una forma de gastar. Hay que pagar impuestos, honorarios a los intermediarios (inmobiliaria, notario, etc…), realizar reformas…

Cuando tenemos en cuenta todos estos gastos muchas veces la inversión ya no es tan buena como parecía. Por no mencionar el principal riesgo o desventaja: su iliquidez.

Esto no quiere decir que sea una mala decisión tener un casa en propiedad, sino que la compra de la vivienda es el activo más emocional que puedas tener. Es el techo bajo el que duermes, el barrio en el que vives y en el que crecerán tu hijos, la gente con la que convives, etc…

Aunque tener una casa en propiedad te pueda dar cierta estabilidad, el problema viene cuando las cosas van mal (cuando sufres algún apuro económico) porque es un activo que ofrece muy poca diversificación y la ya comentada iliquidez (no se puede convertir en efectivo de un día para otro).

La necesidad de educación financiera

No estoy en contra de la compra de una casa ni muchísimo menos, con este artículo lo que he intentado resaltar es la gran dependencia de las familias españolas de sus viviendas.

Como consecuencia de la concentración de todo el patrimonio en los activos inmobiliarios, en el momento de la jubilación la dependencia de la Seguridad Social será muy alta. Cada vez es más necesario tener un mínimo de educación financiera para poder gestionar nuestros ahorros y organizar nuestro futuro.


Fotografía (portada) de Blake Wheeler en Unsplash.

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