Las inversiones alternativas en nuestra cartera

En general, el 2018 fue un mal año para las inversiones. El S&P 500 perdió un 7%, el IBEX 35 un 15%, el DAX alemán cayó más del 18%… ni siquiera se salvan los bonos soberanos o la deuda corporativa. En fin, un desastre. Con este panorama muchos inversores comienzan a plantearse otras opciones en las que poder invertir su patrimonio en 2019 con el objetivo de obtener una rentabilidad atractiva.

Con los rendimientos de renta variable y fija que hemos mencionado, estas quedan descartadas. Como tantas otras veces ocurre, con una visión cortoplacista, nos vamos a aquellos activos que han sido rentables en el último año. Hablando claro, aquellos con los que se ha ganado dinero.

¿Y cuáles fueron los activos más rentables en 2018? Pues algunos activos alternativos como las obras de arte o el vino. Aquellos que hasta hace no mucho estaban reservados en exclusiva a los inversores institucionales y a los grandes patrimonios.

Con los datos en la mano la reacción inicial es tratar de invertir en estos activos a toda costa, dándoles excesivo peso en nuestra cartera, independientemente de sus características. Ahora sólo se habla de invertir en start ups, arte o divisas.

Situación similar a la vivida hace un par de años con los fondos value, cuando muchos minoristas invertían gran parte de su patrimonio basándose en las rentabilidades pasadas sin considerar sus características ni comportamiento según el ciclo económico. Últimamente ya no se habla de estos fondos, parece que nadie hubiese invertido en ellos.

Por tanto, ¿tiene sentido configurar nuestra cartera basándonos únicamente en la rentabilidad del último año? A mi juicio, no.

Cuando creamos nuestra cartera de inversión a largo plazo, debemos tener en cuenta diferentes aspectos relevantes como son (i) nuestra edad y aversión al riesgo, (ii) el período temporal que planeamos estar invertidos, (iii) el riesgo que conlleva cada activo que incluyamos en la cartera, (iv) los costes en los que incurriremos como el mantenimiento, comisiones de gestión y/o éxito, etc…

Una vez consideradas las variables sobre las que estamos en disposición de ejercer cierto control pasaremos a ver las rentabilidades que podríamos obtener en un futuro a largo plazo (largo plazo de verdad, no a 2 años vista). Y es que considerar un activo en base a la rentabilidad del último año es como empezar la casa por el tejado.

Dicho esto, ¿es interesante incluir inversiones alternativas en nuestra cartera? Por supuesto.

Existen diferentes posibilidades, desde participar en hedge funds o venture capitals que invierten en start ups, a participar de alternativos como el whisky, fine wines o el sector inmobiliario a través de fondos de inversión o plataformas de financiación participativa.

¿Qué nos ofrecen las inversiones alternativas? Principalmente:

Son activos poco correlacionados con la renta variable o fija. Por ejemplo, el crowdfunding inmobiliario nos permite participar de la propiedad de un inmueble por el que percibimos unas rentas de alquiler.

Son activos reales que en ocasiones cumplen la función de activo refugio y nos cubren de la inflación en período hiperinflacionarios, como puede ser el oro o los vinos de altísima calidad.

Su riesgo es menor que otros activos tradicionales y por tanto reducen la volatilidad de nuestra cartera en general, como la inversión en whisky escocés.

Ofrecen diversificación a nuestra cartera.

En definitiva, activos atractivos que nos ayudan a construir una cartera sólida con un buen comportamiento en el largo plazo, pero a los que debemos dar el peso adecuado en nuestro portfolio y no incluirlos únicamente porque estén de moda y hayan obtenido una buena rentabilidad en el último año.

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